La ceremonia

Un mensajero se acerco a handon y le dio una nota con unas instrucciones, diciendole:

-Del inquisidor supremo de Amsfor, no te recomiendo tardar!

Handon recoje la nota y la lee, consciente de que el inquisidor es un hombre serio.

Tras dos horas de viaje, Handon llega al pasadizo descrito en el mensaje. Cauteloso, llama pero solo le responde el eco. Después de un momento escuchando repite la llamada

Sigue sin escuchar nada, y decidido, entra. Tras una breve caminata, ve a trece personas con unas llamativas túnicas rojas. Entonces, el inquisidor aparece con una túnica morada, y el cuchillo en mano. Handon se prepara para defenderse, pero este dice:

-Tranquilizaos, tranquilizaos, venid, venid.-

Tras una pequeña duda, Handon le sigue unos segundos, pues el inquisidor se paró. Entonces, dice:

- Seguid vos.-

Extrañado por la reunión, Handon se adelanta unos pasos. Sus sentidos al máximo y sus músculos prestos para desenvainar sus espadas o para correr, según el caso.

Handon ,tras un breve periodo,ve cuatro columnas negras como la noche, que se reconocen facilmente por las esferas arcanas que creaban luz. En su centro, había un altar de piedra negra, con una plateada y ornamentada armadura...y Kaldrias en ella, es sin duda, su armadura y el.

Examinando el cuerpo incorrupto del Paladín, Handon murmura mirando al Inquisidor:

- Pero ¿qué...?

Entonces, sin darle tiempo a responder, una hoja atraviesa su pecho, que, afortunadamente o no, no es mortal, un regillo de sangre manda del lado de su corazón. Los acólitos del inquisidor supremo se reunen a su alrededor y comienzan a cantar una terrorífica cancion. Mientras, el inquisidor, habla en una extraña lengua, mas poderosa y alta que la de sus acólitos.

Asombrado, Handon mira sus manos, rojas por su propia sangre, y acto seguido busca frenéticamente algo a lo que agarrarse. Apoyado en una pared intenta desenvainar una de sus espadas para defenderse ante cualquier otro golpe.

La canción sigue sonando.

Frustradamente, resbala por la sangre de sus manos, y comienza a sentir como la muerte le roba la alma. Con un esfuerzo, intenta volver a desenvainar sus armas, sin resultado.

Resignado se deja caer, su macuto le envia un tintinear de botellas. Se acuerda de las pociones y con las pocas fuerzas que le quedaban abre una de ellas y arroja su contenido a su garganta con un brusco movimiento.

La sangre para de salir de su cuerpo, y el dolor se alivia, pero entonces, la canción suena con más fuerza y la herida se abre. Sin dudas, handon bebe la segunda poción y la herida se cierra definitivamente.

Jadeando, Handon se incorpora y se toma un momento para examinar la sala

Los acólitos paran de cantar y esperan a su maestro.

-Impresionante, pero te recomiendo que no hagas esfuerzos vanos, porque nos apoderaremos de tu alma y resucitaremos al paladín con ella, es algo doloroso, pero no hagas que tengamos que darte más dolor del necesario. Ríndete!

Handon contesta:

- ¡Jamás! Si hubiera algo que pudiera hacer por el Paladín, lo haría. Pero nunca a costa de mi vida y sin mi autorización. Un regalo me ata a él, y ese mismo regalo es el que me hace preguntaros ¿Qué necesitáis?

El inquisidor se sorprende, y dice:

-Un alma, joven y fuerte, e inmortal...

-¿Con inmortal os referís a que no sufra el desgaste de los años?- responde Handon.- Un Elfo, la vida de un hermano para salvar la mía... Sabéis de sobra que eso es una exigencia repugnante y qué está penado con la horca. Pero no puedo evitar darme cuenta que no habéis respondido a mi pregunta: ¿Qué es esto?

Al tiempo que decía estas palabras, Handon empieza a moverse, al parecer sin rumbo alguno.

-Un altar de nigromantes-Explica el inquisidor- Este altar un día estuvo en lo alto de una imponente ciudad, donde se realizaban sacrificios a los muertos y a los dioses. Hoy día, solo yo y mis acólitos lo conocen-

- Sabéis, sin duda, que los Elfos se dejan ver rara vez por gente desconocida.- Handon sigue acercándose al altar.- ¿El Paladín formaba parte de esta corrupta organización?

-Ah, ssabeis muy poco pequeño elfo. Pero no os contaré nada.

- ¿Nada? Yo creo que sí lo haréis.Es mi condición para que obtengáis mi colaboración. -Muy lentamente Handon comprueba que su espada derecha corre bien en la vaina y se arriesga a desenvainarla unos centímetros

-Creo que recordais que os puedo matar con un chasquido de dedos.

- No me mataréis. Soy el único Elfo en muchas leguas a la redonda, y el único que habéis visto en mucho tiempo.- Handon recuerda estas mismas alcantarillas, semanas atrás.- No sabéis nada sobre mi raza

-Es que no te has dado cuenta pequeño elfo?Solo necesitamos que te estés muriendo, puedo ordenador a un acólito que te atraviese, terminaremos el conjuro y prodremos saque...-